Desde South Jordan, Utah
14 de diciembre, 2020.
La Rosa madre
y la Marianella hija
en su cielo vida.
Puedo sentir,
puedo palpar,
las flores nunca morirán.
Mi corazón
es y será
pasajes de alegrías,
de sentimientos,
de recuerdos,
mientras vivan.
Las teclas
van sonando.
Emoción de un escribiente
aprendiz - inmadurez:
“Que le cuesta poetizar
cuando se trata de versos”
No estamos preparados
para decir adiós.
Y pensar seriamente
que en un momento dado
creería que mamá y papá
dejarían el terruño
para vivir en el cielo.
Ella y él
vista de arriba
hacia abajo:
“Bendiciendo, bendiciendo,
sus manos en señal de la cruz
ya en la tierra”
No se sabe.
Vieja, viejo,
Hasta Cuándo viviremos?
Un hijo motivado
rinde tributo.
Se fueron
a un mejor destino:
“El paraíso celeste
donde el amor
es el alimento diario"
Se vive para morir
atrás muy de cerca.
Vienen otros,
vienen otras,
y nosotros:
“Mi princesa y yo
juntos desde nuestra llegada
hace veinte años
viviendo la grandeza,
la bondad,
y la generosidad,
de un suelo Americano
donde hemos crecido
gratitud y esperanza
para siempre
eternamente agradecidos.
Sinceramente,
Hugo Valecillos
La simpleza de un poeta.
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